domingo, 26 de diciembre de 2010

SOLO UN ENAMORADO ES CAPAZ DE VER.

Hoy la sonrisa volvió a delatarla.
su mirada era fría, pero su sonrisa contenía aquel color cálido que le alegraba la cara.
Caminaba tranquila por la orilla, sosteniendo dos o tres libros, que apretaba contra su pecho.
Paseaba entre la gente, sin fijarse en los demás, aunque los demás si se fijaban en ella.
Cuando de repente, decidió sentarse en la arena blanda, dejando los libros a su derecha.
Muchos estaban sentados como ella, solitarios, indiferentes al mundo, mirando al mar. Otros disfrutaban de una agradable compañia, comentando entre ellos. Y la otra gran parte, caminaba por la orilla, hablando y riendo, o simplemente escuchando el susurro del mar.
Yo desde las rocas la miraba anonadado..
Vestía una chaqueta, azul marino. Era grande para ella, probablemente fuese de un chico, aunque para ser asi, le quedaba increiblemente bien.
Sonrió vagamente al ver una pareja pasar. Su sonrisa era traviesa, divertida, algo exótica. Yo la consideraba especial, tímida y a su vez cálida.
Aunque hoy sonreía de manera distinta. Su sonrisa no duraba más de cuatro segundos.
Tenia unos labios dulces, sin duda, pero según la mirabas podías encontrar en ella una sonrisa a su vez fría.
Hoy esa sonrisa parecía esconder recuerdos agrios, o un sentimiento, que no sabría decir de que tipo era. Pero estaba seguro que delataba tristeza.
Aunque de entre todas las sonrisas que pude ver en aquel lugar, que no eran pocas, la de ella era la más especial, la que más envidiaba y admiraba, porque a pesar de que hoy su sonrisa encerraba tristeza, seguía teniendo fuerzas para sonreir.
Sin reir quizás, pero sonriendo.